Dos anécdotas y muchas gamberradas.

El furriel.

J. Costa, un señor de Barcelona, fue cabo furriel accidental, o más bien, más o menos accidentalmente, porque no sé qué se le había perdido allí a un señor tan culto y tan preparado como él. Jamás se alteró por nada. Cierto es que lo ví en alguno de sus malos momentos, como a todos, pero nunca lo ví alterarse, ni levantar la voz, ni siquiera cuando venían a protestarle porque a alguno le habían tocado demasiados servicios seguidos. He aquí su anécdota. Cuando se licenció, un crudo día de invierno, se marchó de la compañía tranquilamente, vestido con americana y corbata, con las manos en los bolsillos, como si aquel último año no hubiese pasado nada.  Parecía que se fuera a incorporar a su puesto en una gran empresa en ese mismo momento. Grandioso, grandioso, grandioso.

Perolas 2.

-Perolas 1, aquí es Perolas 2, aquí es Perolas 2.

-Perolas 2, aquí es Perolas 1. ¿Qué te pica?

-¡Ven que te lo cuento, capullo!

-Perolas 1. A mí también me pica. Vente aquí y me rasc…sssshhhh pssssstttsccchhhhhhhhhh ……

-Atención, Perolas 1, Perolas 2. Soy el sargento Gregorio. Cuando lleguemos a la compañía buscáis al cabo cuartel y os apuntáis cuatro días cada uno. Fin de la transmisión…sssshhhh pssssstttsccchhhhhhhhhh ……

 

Como no tengo más fotos, para compensar voy a hacer semblanzas de algunas personas a las que cogí aprecio en la Compañía. No sé si alguno se molestará por que lo cite aquí. Si es así, que lo diga, que lo borro. Hay muchos más compañeros y muchas más anécdotas, pero estas son las que me han venido a la cabeza por ahora.También hay varias gamberradas de las mías y está todo escrito con muy mala leche,… ¡No!… quiero decir con mucho cariño… ¡ejem…!.

Por supuesto que pienso exagerar, pero procuraré no decir nada que no tenga fondo de verdad.

FALSO EPÍLOGO.

Después de licenciarme volví a Madrid. Allí me encontré con antiguos amigotes.

-¿Ya has acabado la mili? –Sí, he estado en Viella. -Pues yo he estado en el lazareto militar de Carabanchel. ¡No veas qué bien! Estábamos todo el día durmiendo. Hacíamos lo que nos salía de los cojones y por la noche nos íbamos para casa. ! Nos cogíamos cada pedo…!

Entonces el tipo me miraba como diciendo ¡Viella… qué pringado!

Y yo pensaba: Ni entiendes nada ni entenderás nada de lo que me pasa porque te falta vivir lo que he vivido yo, y aprender lo que he aprendido yo. ¡Capullo!

Por cierto: Duré en Madrid un año escaso. Dormía con la ventana abierta porque me asfixiaba. Si podía no cogía ni el Metro ni el autobús, así que me organizaba marchas por la calle a ritmo de mulo que duraban el día entero. Me subí a Peñalara yo solo en invierno. Me fui a Gredos también en invierno con pantalones vaqueros y una mierda de equipo, a hacer el bestia. Acabé con la paciencia de los míos, incluso con la de los amigos. Estaba hecho un salvaje. A esto se le llama el efecto Viella, que es de largo alcance, como ustedes han podido comprobar en su propias carnes. Cuando me dijeron que me podía venir a trabajar a Zaragoza no me lo pensé dos veces porque está bastante cerca de los Pirineos, cordillera que he frecuentado todo lo que he podido ¡Tan poco… (suspiro)…! Al fin y al cabo, uno es de donde quiere ser y la cabra tira al monte.

Aquí me casé y poco a poco me fui volviendo una persona casi normal. Hoy soy un tío serio, como podéis ver. Pero serio, serio, serio….

LA CLAVE.

José Antonio Sánchez dijo una cosa muy importante en su comentario del 14 de Octubre. Me he tomado la libertad de transcribirlo resumiendo lo esencial:

«… el hecho de que gente como tú (a Carlos)… que han seguido todos estos años la carrera militar, guarden ese sentir por nuestra querida compañía, nos confirma a los demás (. / .) que realmente nuestra compañía fue algo especial (. / .) a veces me he preguntado en todos estos años, si no estaré exagerando las virtudes de la compañía, o el orgullo de haber pertenecido a ella (todo esto meditando yo solo, puesto que nunca tuve contacto con nadie hasta ahora)…»

José Antonio, eso mismo que cuentas me ha pasado a mí, y esa pregunta me la he estado haciendo todos estos años exactamente como tú lo cuentas. Me apostaría 2 pavos 2 a que no somos los únicos. Al que no le haya pasado, que levante el dedo.

Y ahora viene LA GAMBERRADA:

Me hace mucha gracia pensar que después de licenciarnos, los viejos veteranos de Viella hemos estado solos pululando por la vida, cada uno por su lado, pero ungidos por una especie de estigma mágico que nos hace pertenecer a una casta extraña, o yo qué sé….(Durante estos últimos días, alguna vez me han dicho mis conocidos -¿Qué te pasa, chico, que te estás largos ratos enfrascado y de repente empiezas a descojonarte tú solo? -¡Ejemm…! ¡Nada, nada, tú a lo tuyo…! No te preocupes que son ocurrencias mías).Un buen día a Carlos le da por abrir el blog y vamos apareciendo todos los ungidos, como si hubiéramos sido invocados por un conjuro misterioso. Por eso digo algunas veces que Carlos es el «Gran Gurú de Todo». Otro ascenso, otro cargo honorífico y otra responsabilidad, porque el cargo de Gurú es muy jodido, pero que muy, muy jodido.

Voy a ver si le saco por ahí a algún estudiante unos apuntes de antropología. En la India hay unas sectas guerreras que me interesan mucho, con sus ritos de iniciación y todo, igualito que nosotros… Je, je, je….

LAS PERSONAS. LOS LAZOS.

¿Y a qué corcho se debe eso? Supongo que ocurrirá con todos los que han vivido juntos situaciones más o menos extraordinarias. Al fin y al cabo lo de Viella fue nada más que la mili, si, algo dura, pero al fin y al cabo la mili. ¿Que lazos surgirán entre las personas que han tenido que combatir juntas, o entre los mineros, que se la juegan todos los días y cada uno depende de todos los demás, los médicos, o los bomberos, por poner algún otro ejemplo?Shakespeare escribió en su obra Enrique V un famoso discurso conocido como St Crispin’s Day Speech, que habla de eso. En Google lo encuentra uno enseguida. También está traducido por ahí. ¿En cuarenta y tantos años cuántos pocos afortunados hemos pasado por la Compañia? ¿El amigo de la Torre dijo siete mil y pico tíos? Una partida de hermanos. ¿Se dan ustedes cuenta de que mucho más que de las peripecias que nos hayan ocurrido, aquí se habla de las personas? Todos estamos deseando encontrarnos con éste o con aquél otro, o saber algo de algún antiguo amigo. No hay más que ver los comentarios. Definitivamente, lo que importan son las personas.

LAS CITAS.

Que conste que yo no he sido el primero en hacer citas literarias, que ha empezado el Sr. Ponz, así que no me echen a mí toda la culpa. Por cierto, que hace algo así como un mes que tuve la primera noticia de él en este blog y nunca nos hemos visto en persona, ni nos hemos tratado. En cambio, tengo la impresión de que lo conozco de toda la vida. Me pasa también con muchos otros que escriben por aquí. Qué raro. ¿Por qué será?

LA CONCLUSIÓN.

Ninguno de los que hemos visitado este blog lo hemos hecho por casualidad. No hay nada mágico. Hay unas vivencias, unas convicciones comunes y una manera de pensar que compartimos.

LOS MANGUIS.

En una vitrina de la escalera de la nave del dormitorio había expuesta una insignia muy bonita. Pertenecía a una antigua unidad del Sahara, creo, y tenía en el centro un camello muy chulo. A algún gilipollas se le ocurrió llevársela sólo para él y privarnos a todos de una cosa tan maja. Artigas nos reunió: -Que aparezca la insignia, dijo, no por lo que valga, sino porque se la regaló a la compañía hace muchos años un señor para el que significaba mucho, y porque además le ha costado tenerla incluso más esfuerzos que a vosotros…» No hubo más exhortaciones y acabó la reunión. Por supuesto que nuestro régimen de vida se endureció de repente mucho más. Pero lo peor de todo no fue eso, sino que se creó muy mal ambiente entre nosotros. ¿Qué más nos daba hacer una marcha más o menos dura, o que nos quitaran algún privilegio? Aquello olía mal. El cabreo era general y no nos aguantábamos unos a otros. El camello apareció bien pronto y volvió a su vitrina. Nadie dijo una sola palabra y todo volvió a ser como antes.

Estas cosas ocurrieron cuando unos estábamos a punto de licenciarnos y los conejos llevaban ya muchos meses bregando. Parece que funcionábamos ya como un grupo bien acoplado. ¿Habríamos adquirido una especie de conciencia colectiva? ¡Socorrooooo …!

EL CURSO DE LA LEÑA

En uno de los primeros zafarranchos como conejo me mandaron a hacer el curso de la leña. Una fría mañana nos encontrábamos delante de una inmensa pila de madera que había que despedazar y los conejos pensábamos cumplir de la manera que buenamente pudiésemos. Pocas veces había tenido yo un hacha en la mano y me hacía una ilusión terrible manejar un juguete como aquel. El caso es que ese día se nos había encomendado trocear varios bancos, sillas y mesas viejas. Sorprendentemente, antes de dar un solo golpe, aparecieron unos cuantos veteranos: -¡Dame el hacha, conejo …! ¿quéeee? ¡Que me des el hacha conejo! ¿O es que te lo tengo que repetir otra vez? … -¡Bueno, pues toma…! y los conejos les dimos las hachas a los veteranos que nos las quitaron de las manos como poseídos por una furia inhumana. Así que los conejazos estábamos allí tocándonos las narices y fumando cigarritos, mientras contemplábamos alucinados cómo aquella pandilla de hotentotes se liaba a hachazos con los muebles viejos, mientras proferían ciertos juramentos que no pienso repetir. Me quedé asombrado de la violencia de los porrazos. Desde luego, pensé, aquellos tipos necesitaban desahogarse urgentemente y como fuera. Dura era la vida de la Llaga de Viella. ¡Conejo, decían, la Llaga está muy quemada, pero que muy, muy, muy quemada!

ECHARRI

Como el valle de Arán es un sitio tan remoto, durante algunos días libres de fin de semana no teníamos a dónde ir. A eso había que sumarle la falta de recursos financieros que es proverbial entre la tropa. ¿Vamos a pasarnos toda la tarde de un maldito sábado en la cantina, haciendo el gilipollas? Como Echarri y yo compartíamos la afición a la montaña, varias veces nos las apañamos para convencer a Santamaría de que nos dejase el material para irnos a esquiar por ahí (a pata, nada de telesilla). Recuerdo haber entrado y salido del cuartel con los esquíes calzados. ¡Menudo vicio para cualquier esquiador! Hay unos cuantos pasos muy interesantes en los prados que están entre la Tuca y Viella. En uno de ellos había que dar un salto comprometido, pues el éxito dependía de poder deslizar las tablas por encima de unos troncos que hacían de apoyo intermedio. Si lo de los troncos no iba bien, había castaña segura. A cada paso Echarri me decía: -Pues en Belagua, casi todas las travesías son así. Y esto es igual que en Belagua. Y en Belagua he estado en un sitio como este. -No hay que decir que era un enamorado del Rincón de Belagua. Como estas aventuras se hacían a un ritmo bastante más relajado que el que llevábamos a diario nos lo pasábamos bien. A Echarri le debo algunos de los mejores momentos que he pasado en Viella. Le perdí la pista antes de tiempo porque se licenció muy pronto, y me fastidia no haberme despedido de él. Tampoco sé si querrá saber algo de la mili. Yo lo cuento entre los amigos a los que no veo, pero que sé que están por ahí.

FRAGUAS

A Fraguas lo conocí en Sanclemente. Allí habíamos estado en la misma compañía y compartimos el destino a la Cia. E.E.Fraguas, además de ser A.T.S. era un tío serio, no como yo, que sólo soy serio-serio-serio. Nos enseñó a todos a curarnos las llagas de los pies, cosa muy práctica. Además, los de nuestro pelotón aprovechamos su influencia para instituir un mercado negro de tiritas.Enseguida le ascendieron a cabo primero, cargo que ejerció con sabiduría. El amigo Fraguas es un amigo, pero lo que se dice un amigo de verdad. Hay cosas de las que no me apetecería hablar, pero tengo que decir que nunca podré pagarle cómo se portó conmigo cuando yo las estaba pasando más putas que Caín en el collado de Coronas. Se portó como Dios [manda], como se porta un amigo, e hizo lo que se esperaría de un buen compañero. Lo que me avergüenza es que no sé si yo habría sido capaz de portarme así con él. También me avergüenza que aunque nos vimos un par de veces después de licenciarnos, no fui capaz de quedarme con su teléfono ni con su dirección. Estoy seguro de que Fraguas es uno de los señores más elegantes y de los mejores tipos entre todos los que ha tenido el privilegio de acoger la Cia EE.

EL FRANCÉS.

Luis, el Francés, era medio francés, y como buen medio francés era también medio sibarita. No, rectifico, el Francés era sibarita del todo, era un sibarita recalcitrante, redomado, e irredento. Alguna vez nos rascamos el bolsillo y nos marchamos a un restaurante elegante que había en Viella, que los había, a ponernos como el Tío Perico de comer y de beber, en una mesa con mantel, con copas, y con servilletas,casi como si fuéramos dos personas normales de verdad, y no dos monstruos medio salvajes, barbudos y pelones, todo ello a costa de quedarnos sin blanca para los restos, pero un sibarita ejerce hasta el fin. Desconozco de dónde corcho sacaba Luis las energías para largarse a la discoteca de Les. En cuanto tenía ocasión se daba el piro: en invierno, en verano, en fin de semana, en día de diario, con permiso, sin permiso, con dinero, sin dinero, con lluvia, con nieve, con viento… era una atracción irresistible para él. No sé qué me podría haber movido a mí a comportarme de esa manera. ¿Quizá una ninfa dotada de un par de buenas carretas? Sí, eso sí que me habría hecho ir hasta Les. Seguramente sea esa la explicación, porque sólo por el alcohol o por el ruido de la música no puede ser. Dibujante y diseñador gráfico, y un gran amigo al que le perdí la pista en la hermética ciudad de Barcelona.

BENÍTEZ.

Por aquellos años Benítez era sargento. Se le ve en una de las fotos de Alba, en la del Tuc de la Solana, el señor de los bigotes, creo que a la derecha de la foto… luego voy y lo miro. Creo recordar que por cambio de destino de diversos oficiales estuvo al frente de mi sección durante una larga temporada. Lo recuerdo como un señor muy serio, como suelen ser los sargentos. Una vez, durante el ensayo de uno de los actos frente al monolito nos tenía a todos firmes, firmes, firmes, y nos hacía cantar el himno de infantería. Hay que tener moral para hacerle cantar a una pandilla de mamelucos como nosotros y eso hay que apuntarlo como mérito indiscutible en las hojas de servicios de nuestros mandos. Tenía la costumbre de pasearse entre los soldados en formación, y mirarnos de arriba a abajo, a ver si había algo mal. Como nosotros estábamos con la cara bien levantada mirando al frente, no podíamos ver dónde estaba más que cuando nos pasaba por delante. En una de éstas, durante los cánticos, siento que me dan unos golpes en la espalda: -¡Tonk!-¡Tonk!-¡Tonk! – era Benítez. ¡Collar, que no cantas! ¡Que te estoy viendo que mueves la boca haciendo como que cantas, pero no cantas! ¡A ver si cantas como todos! … ¡Glup!… No me arrestó. Con Benítez aprendí mucho, así que también lo llegué a apreciar mucho. Me encantaría volver a saludarle pronto.Durante unas maniobras en Valartiés nos trajeron el correo (¡Sí, señores, la CIA E.E. era capaz de llevar la correspondencia de los soldados hasta las faldas del Montarto si hacía falta! ¡Pues menudos éramos los de la Cia E.E!). Benítez, sentado en un pedrusco repartía las cartas diciendo los nombres de cada uno en voz alta. De repente se queda pensativo. Después de la pausa pregunta -¿Quién está esperando una carta desde Granada? … Hmmm… mis hermanos están allí.. ¡pues yo! -¡Toma, Collar. Una postal desde Sierra Nevada! Entonces intuí que aunque él era un profesional, también estaba allí pasándolas putas como nosotros, y que seguramente estaría deseando marcharse con su familia a su tierra en cuanto tuviera ocasión. Creo que es la única «debilidad» que le noté en todo el tiempo que estuve con él. Recuerdo grandes esquiadas y bajadas eléctricas, a toda leche con Benítez, con Anadón, con Álvarez Melón… (cómo esquiaba el tío…).

LA MORAL DE NUESTROS MANDOS.

Como dije hay que tener la moral alta para conseguir que la llaga cante el himno de infantería. Otra de las escenas memorables que recuerdo fue una teórica con Alba. Allí estaba el buen alférez recién llegado intentando instruir a una pandilla de tíos que se estaban cayendo de sueño porque habían estado bregando todo el día a la carrera. Su misión era hacernos comprender cuál es la sutil diferencia entre los haberes y los devengos de la tropa. ¡Qué moral! Yo me estaba suicidando cuando sonó la corneta y me salvó de una muerte segura. Por cierto. ¿Conocen ustedes la película «Dersu Uzala» de Akira Kurosawa? Creo que está entera en Youtube. Ahí salen unos soldados que son lo más parecido que he visto a los de la Cia EE. Pues miren las fotos de Alba sacadas en el otoño del 82 (las de la trucha) Son los mismos paisajes y los mismos paisanajes. ¿Os acordáis de cuando cruzábamos la taiga? La taiga o la Baricauba ¿qué más da? Es un bosque con nombre propio. Recuerdo la luz anaranjada filtrándose entre los abetos, el murmullo de los pasos y de los correajes, el ruido de los cascos de los mulos golpeando la tierra helada. Recuerdo también los resoplidos y los chorros de vapor que exhalaban sus enormes narizotas. El sudor congelado brilla en nuestras sienes. Nadie habla, pero todos piensan. Todos sudan. En columna de viaje la llaga legendaria traspasa el bosque como una potente locomotora humana. No hay quien nos pare. Hoy batimos marcas, seguro.Somos la releche los de Viella, los tipos más duros, los que no se cansan, los que no encogen. Sólo pronunciar nuestro nombre impone respeto: La llaga… legendaria… de Viella. Pata negra. Qué bonito.

Otra maravilla eran las teóricas de armamento con Garnacho. Ahí sí que había que estar espabilado, porque el tío sólo decía las cosas una vez, y a toda velocidad, y luego encima preguntaba. Por cierto, una guardia en la que estaba Garnacho de oficial de día fue muy interesante. Ya de noche, me preparaba para pasar un rato tranquilo en mi puesto y me había situado debajo de un alero, listo para vegetar dos horas. Cuando estaba a punto de abrírseme la boca para dejar caer la baba, un palo de escoba se estrella en la pared a diez centímetros de mi cara. -¡Estás muerto, gilipollas!- Era Garnacho, que se había acercado a mí sin que me diera cuenta. Me puso a caer de un burro y me dejó en ridículo, porque había sido muy fácil sorprenderme en una guardia. Cuando acabó conmigo, se fue dando una vuelta por el cuartel, a ponerles las pilas a todos los demás. Lo veía ir de puesto en puesto, como una sombra, de un lado para otro, trajinando de acá para allá. ¡Vaya, parece que mis compañeros tampoco se van a aburrir! ¡Qué moral! Así que en ese servicio se hicieron dos guardias a la vez: Una mirando para fuera del cuartel, por si venía el enemigo de fuera, y otra guardia mirando para adentro, por si venía Garnacho.

LA PELÍCULA DERSU UZALA DE AKIRA KUROSAWA.

¡ Grrrr …! La película esa que, que dije que está en Youtube, la han puesto en versión original, pero con subtítulos en inglés. ¿Pero a quién se le habrá ocurrido ponerlos? ¡Qué manera de estropear la película con los malditos subtítulos! ¿No se habrán creído que a la Llaga de Viella le iba a importar una tontería como que la película esté en ruso? ¿Pero esos tíos quiénes se creen que somos?

http://www.youtube.com/watch?v=eJfxXeZlfbM

B.B.C.

El Ber conserva todavía sus barbas legionarias. De vez en cuando nos encontramos por la calle y nos saludamos. Una de las últimas veces que nos vimos, él iba con su pelota (bueno, la de su chaval, que el Ber está hecho un padrazo) y yo con mi bici, como si fuésemos dos críos de preescolar, pero él con sus barbas y yo con mi largo esqueleto y mis cien kilos, todos míos. Destinado a Estadística, disfrutaba de uno de los mejores puestos de la Cía. Cuando los demás nos íbamos a pegar tripazos, él se metía en su despacho a hacer no sé qué, porque nunca entendí a qué se dedicaba el estadístico. Un buen día, poco antes de licenciarnos, me dijo: Mira, este, aquel, y aquel otro, cuando se marchen de aquí, además de llevarse la blanca, se llevan a su casa el título de Graduado Escolar, que no es poco. ¡Mira por dónde! La cosa me sorprendió bastante y me dio que pensar. Pues a esos señores, desde luego, la mili les ha servido de algo bueno. Es un buen tipo y hombre tranquilo, pues jamás perdió la calma, y generoso, que dio la cara por muchos, incluso por Botija y por mí, que éramos unos desastres. La última vez que nos vimos le dije: ¡No creas que no me acuerdo de los compañeros de Viella! -¡Y yo también, Gonzalico, y yo tambien!… ¡Tuvimos suerte aquel año que no hizo mucho frío! No teníamos ni idea de que existiera este blog, que ya existía. Seguro que no tarda en aparecer por aquí.

ABADÍA.

Un hospitalario aranés que esquiaba como nadie. El día de la competición de patrullas de esquí contra los pistolos me asfixié subiendo la cuesta de la Cauba. Nos jugábamos el honor de la compañía. ¿Nos iban a ganar los pistolos en nuestro terreno? ¡Eso no podía ser! Abadía no se lo pensó dos veces y se encasquetó mi mochila, con dos cojones, y así pudimos llegar hasta arriba con el mejor tiempo. La bajada, el tiro, las camillas, la orientación, todo lo demás fue sobre ruedas y la Compañía volvió a arrasar otro año. Se licenció con el grado de Llaga Legendaria Perpetua de Viella de Todos los Tiempos, título que no le regaló nadie, que se lo ganó él.

EL RELOJ DE LA PATRULLA.

Cuando aquel conejazo dijo que era relojero, lo siguiente que hicieron fue sacudirle el viejo reloj de las patrullas nocturnas para que lo arreglase. ¡Sí, mi capitán, que se puede arreglar! Y el conejo fue y lo arregló. ¡Conejaaaazo! Las patrullas eran fundamentales para mantener la moral de los compañeros que hacían guardia, sobre todo los de los puestos del límite norte que son muy solitarios. Se traficaba con galletas, cigarros, chocolatinas … de todo lo bueno. Pues se fastidió. La patrulla ya no era lo mismo.Después de haber recibido ciertas charlas de la llaga, el conejo tuvo que ir a decirle al Capi que el reloj se había vuelto a jorobar y que no tenía remedio. -Es que la maquinaria es ya muy vieja, y aunque lo arreglemos, enseguida se desajusta y se para … -Claro que el capitán no se lo tragó. No obstante,el conejo se fue de rositas y además quedó redimido ante los veteranos. Fue su primer ascenso. La verdad es que el reloj estaba hecho una mierda.

MONTONES DE HOJAS

Zafarrancho. Nueve de la mañana. Viene el teniente. -¡Vamos a ver, a las diez de la mañana quiero que el límite norte esté totalmente limpio de hojas secas! -¡A la orden! Todos como locos a rastrillar. A las diez estaba todo limpio y se habían erigido dos hermosos montones de hojas amarillas.

Zafarrancho. Diez de la mañana. Viene el teniente. -¡Vamos a ver, en cinco minutos quiero que desaparezcan de aquí estos montones de hojas! -¡A la orden! Todos como locos a rastrillar para extender las hojas por el prado de donde las habíamos quitado, con lo cual los montones habían desaparecido. ¡Misión cumplida! Las órdenes se ejecutan sin rechistar.

EL CABALLO NEGRO.

En la cuadra había, además de los mulos, un caballo blanco y otro negro. Pues un buen día el caballo negro se murió. Se le hicieron unas exequias reglamentarias. Lo pusieron panza arriba y uno se le subió encima de la tripa y lo rajó a hachazos de arriba a abajo antes de enterrarlo. Son las cosas que se hacían en Viella. ¡Qué brutos los de Viella! Por allí andarán sus huesos en algún lugar entre la cuadra y el límite norte. Habrá premio para elque lo encuentre. Corrió el bulo de que sus restos habían ido a parar al puchero del arroz. Aquel día aproveché y repetí de todo, que sobró comida.

HOMBRES, NOMBRES.

Calvo, un compañero de los buenos.Mis amigos catalanes Claramunt y Clarisó, que me ensenyaron a decir en catalán calzons, mitjons, cagundeu i a pendre per cul (menudos cachondeos nos trajimos con eso), Castrillo, Pepe Serra, Barrera (que hacía sonar una vulgar taquilla como si fuera la batería de Deep Purple), Zarzosa, Tubilla, Ayuso, Parra, los hermanos Cabañero, Negueruela (tío extraordinario), Chicharro…. todos tienen su foto en mi cabeza y cuentan con mi aprecio y mi respeto… conejos muchos…veteranos también muchos.No puedo poner a todos en la lista. ¡Cuántas caras sin nombre y nombres sin cara! ¡Que rabia!

BATALLAS RECICLADAS.

El amigo Matamala se acuerda de que una vez terminó metido de morros en la nieve, debido a un desprendimiento de nieve fresca, y en vez de intentar sacarle, yo no hacia nada porque estaba muerto de risa (y él también). Es que soy un poco cabroncete. Ya ves que todavía no he parado de reírme. Recuerdo que otro amigo se cayó en Baqueira en una zanja, pero resulta que abajo había agua. Cuanto más intentaba salir, más se mojaba. El caso es que estábamos un pelotón entero viéndolo, pero no podíamos hacer nada por él de la risa que nos dio verle allí metido, con los esquíes para arriba y la cabeza para abajo. El pobre decía -¡Pero sacadme de aquí, cabroooneeeeeees! ¡Jooodeeeer, que me estoooy mojaaando, cabrooooonesssss…!.

Cuidado con la nieve fresca. Unos pistolos se fueron para abajo en la famosa diagonal de la Tuca (ese tramo interminable que siempre se hacía a toda leche y te dejaba la pierna derecha con un dolor que parecía que te traspasaban el corvejón). Los pobres las pasaron canutas para salir de donde se quedaron. Hicieron un largo viaje cuesta abajo. En otra ocasión, un veterano mío se cayó en el Tubo Nere y se le llenó la boca de nieve, de tal manera que no tenía medio de escupirla y las pasó muy putas porque se agobió, ya que estaba acelerado el pobre, y no le entraba suficiente aire por la nariz. ¡Uf! ¡Que mal rato!

En cuanto a los ataques de risa, qué quieres que te cuente. En la mili he tenido alguno de los más grandes de mi vida. Había cerca de mi camareta un chaval que tenía una voz grave, pero grave, grave, grave, así que todos le llamaban Voz de Trueno. Voz de Trueno era un hombre tranquilo y desde luego el ritmo infernal de vida que llevábamos no era para él. Incluso hablaba de manera solemne y pausada, como si fuera un gigante mitológico. Una noche, después del toque de silencio, cuando ya estaba la luz apagada, alguien dijo una parida en voz alta, con el descojono correspondiente de todos. Las risas se fueron calmando poco a poco, como siempre. Pero ahí es cuando empezó la risa de Voz de Trueno, surgiendo de la oscuridad: ¡¡¡¡ JOOOO, JOOOOO, JO, JO, JOOOOOO…!!!!! Ya os podéis imaginar lo que pasó. Todo el mundo empezó a reírse otra vez, lo que provocó una nueva tronada de Voz de Trueno… así que nadie podía parar de reírse. ¡¡¡¡ JOOOO, JOOOOO, JO, JO, JOOOOOO…!!!!! Algunos tuvieron que salir de la nave en calzoncillos marianos porque no podían más. Voz de trueno, la llaga mitológica. No creo que hubiese ni uno solo de los que los que tuvimos el gusto de conocerlo que no lo apreciase. Un abrazo.

Ya os daréis cuenta de que a mí no se me puede provocar, porque me encantan las batallas.

EL TENIENTE MARTÍNEZ.

El Teniente Martínez era severísimo.  La disciplina de la CIA E.E. era férrea y desde luego que no todo eran buenos ratos, pero eran las reglas del juego, nos gustase o no. Desde luego que a mí no me gustaba. Me apetecía decirlo porque creo que es una faceta más de todo el pandemónium que era nuestra compañía. Como dijo cierto sabio, allí no estábamos para esquiar gratis.

Por otro lado, Martínez tenía un fino sentido del humor. Por supuesto que era un sentido de humor muy peculiar, así que había que esforzarse para entender sus sutilezas, que no estaban al alcance de cualquiera.

En una teórica en la cantina nos puso docenas de diapositivas de montañas del valle. Después tuvo a bien preguntar. ¡Pero si habían sido veinte minutos de fotos! ¿Cómo coño se le ocurría preguntar si sabíamos cuál era ése o aquél otro pico? No tardó en tocarme a mí.

-A ver, ese conejo que está al final, el alto de las gafas ¿sabes qué es lo que se ve en la diapositiva?

-Sí señor (pues menudo soy yo).

-¡Se dice sí, mi teniente!

-¡Sí, mi teniente! Es el circo de Colomers.

-¡¡¡Prrrodigioso!!! ¿Cómo te llamas, conejo?

-Collar, mi teniente.

-Vamos a ver, Collar ¿a quien se le ocurre ser tan alto, tan feo, llevar gafas y encima ponerse en la última fila? Está bien, siéntate.

Cuando me senté tenía la sensación de que la había pringado, pero bien pringada, si señor… digo, si, mi teniente.

Durante el primer día de instrucción de combate en el Pla Batallé, Martínez separó a los conejos de los veteranos. Mientras Martínez hablaba con las llagas, nosotros nos comíamos el almuerzo sentados en unos troncos cortados. Pronto desaparecen todos los veteranos que al rato vuelven con los bolsillos y las mochilas llenas a rebosar de piñas. Llevaban unas sonrisas de oreja a oreja, lo cual nos inquietó mucho.

Entonces Martínez dijo: Atentos todos los conejos, ahora vuestros veteranos os van a explicar la diferencia que hay entre una cubierta y un abrigo, y como es norma en esta compañía, la instrucción va a llevarse a cabo de una manera eminentemente práctica. Ya sabéis para qué eran las piñas. Martínez se echó a un lado y el bombardeo empezó inmediatamente.¡Conejo, corre, que te meto un piñazo! …¡Tonk!… en todo el culo… conejo, escóndete bien que te veo la cabeza… ¡toink!… otro piñazo en todo el coco. Desde luego que en la CIA E.E. se aprendía echando leches.

En cierta ocasión, siendo yo conejazo recién pescado, me tocó cruzar el patio de armas desde el cuerpo de guardia hasta la cocina. Se cruzaba a la carrera, como estaba mandado. El teniente Martínez estaba en la esquina de la peluquería (exactamente en la otra punta) y se daba cortos paseos con aire distraído, con las manos a la espalda, cabizbajo y pensativo. Cuando empecé a correr, él estaba de espaldas. La cuestión era si le saludaba o no. Bueno, pensé, ante la duda, le saludo, aunque no me vea. Medio segundo después de que yo levantara la mano, Martínez se dio la vuelta como un rayo, se cuadró y correspondió a mi saludo impecablemente. Luego se volvió y siguió con sus cavilaciones. ¡Ay … dónde me he metidoooo….!

Martínez era un jefe durísimo. Los que lo habéis conocido lo sabéis.

 

¿Y AHORA QUÉ?

Pues ahora nada. Resulta que no soy nada legionario, ni tengo ni tuve nada de ardor guerrero, así que tampoco lo voy a tener ahora. Tampoco pienso pegar más taconazos, con el debido respeto, porque ya ha pasado mucho tiempo, y ya pegué todos los taconazos que tenía que pegar cuando estuve en Viella.

¡Ay, amigos, el tiempo nos machaca! Mi paso por la Cia E.E. no es más que un vago recuerdo y mi cabeza está en otro lado. Tengo muchas más cosas en las que pensar y otros asuntos de los que ocuparme. La vida es así. Mi etapa de esquiador escalador en el valle de Arán es tema cerrado hace muchos años y se acabó.

He meditado mucho sobre este asunto y he tomado la decisión de despedirme de todo esto y olvidarlo de una vez y para siempre, ya que este viaje mío al pasado se está volviendo algo enfermizo.

De todas maneras, no me quiero marchar sin deciros que ha sido un placer recordar tantos momentos buenos y volver a encontraros después de tantos años.

Sin más que decir, hasta siempre y saludos cordiales para todos.

EPÍLOGO.

¡Seguro que os lo habéis creído todo!

Por supuesto que lo que he dicho antes era una broma.

¿Qué os pensabais? No me pienso perder nada de todo esto.

¡Saludos legionarios! ¡Taconazos mil!

Hasta mañana, conejos.

-Por supuesto que callarse era una opción, igual que desaparecer del mapa, o mejor aún, no haber aparecido por el blog. ¿Pero entonces qué? ¿Por qué estamos aquí? Creo que no he dicho ninguna mentira. Aquello era la compañía de Viella, la víví así y ahora no lo vamos a cambiar, por eso cuento estas cosas .

-Que durmáis bien.

-La llaga nunca duerme, conejo.

33 comentarios en “Dos anécdotas y muchas gamberradas.

  1. realmente ingenioso y divertido.he pasado un muy buen rato con tus relatos.No pierdas nunca ese puntito de ironia…..es genial!!…… gracias por haceme pasar tan buen momento…….Un enorme saludo y hasta siempre.

  2. hola soy el cabo cataluña lo del camello fue en el verano del 81 faltaban pocos dias para el primer turno de permiso de verano y el capitan Artigas dijo que si no aparecia no se iba ni dios y joder si aparecio la insignia. un saludo y un taconazo bien fuerte legionarios de la llaga de viella

  3. Furriel.- Resulta muy fácil recordar el dia en que nos licenciamos, dado que era el primer aniversario del 23 – F. Como curiosidad diré que los veteranos de nuestros veteranos se licenciaron exactamente un año antes, es decir el auténtico dia del 23 -F, lo que, sin duda, generó alguna anécdota.

    Curso de leña.- Acerca del curso de leña, si que anduve lejos. Yo estuve arrestado en muy pocas ocasiones ( Creo que menos de 10 dias en todo el servicio militar ).

    Acerca de la banda, tocamos muy intensamente en varias ocasiones, y no en una sola. ( Si que recuerdo el dia en que la tropa estuvo desfilando un buen rato más de lo habitual ). En aquellas sesiones participábamos los que en mi álbum de fotografías, salimos en la foto con las damas de honor. La decisión del momento en que teníamos que dejar de tocar la tomaba el teniente Martínez ( incluido el día en cuestión ), y no nosotros.

    Los motivos por los que disfrutábamos no tenían mucha relación con el hecho de que la tropa desfilase, sino que eran otros. Por ejemplo: Un buen motivo es porque a varios de los miembros de la banda nos gustaba tocar. Otro motivo, menos presentable aunque cierto, es que en aquella época estábamos intentanto romper el parche de un bombo a golpes, lo que resulta ser una tarea algo menos fácil de lo que parece a primera vista…

  4. Acerca de El furriel: «Cuando se licenció, un crudo día de invierno»
    Se licenció el 23 de febrero de 1982, primer aniversario del 23-F.

    Acerca de EL CURSO DE LA LEÑA
    Recuerdo que uno de los veteranos que partieron los muebles viejos era Gelo.

    Acerca de EL FRANCÉS. «Luis, el Francés, era medio francés»
    Mmmm… Aqui tengo una duda…. ¿Este Luis era un chico que vivía en Andorra?

    Acerca de EL CABALLO NEGRO. «Por allí andarán sus huesos en algún lugar entre la cuadra y el límite norte. Habrá premio para el que lo encuentre.»
    Los usuarios de Google Earth pueden localizar el lugar donde en su dia estuvo asentado el cuartel.
    El caballo está enterrado en las coordenadas 42º 42′ 04,53″ N 0º 47′ 55,59″ E ( con un error máximo de tres metros ). ¿Cuál es el premio?.

    1. -Furriel: Así la historieta está mejor documentada.
      -Curso de la leña: No andarías tú muy lejos. ¿No te acordarás por casualidad de quiénes tocaban el la banda cierto día que los conejos estuvieron desfilando a paso legionario un cuarto de hora más de lo que era humanamente razonable? Gelo … Riesco … Todavía me acuerdo de cómo se os caía la baba de gusto, c-b-r-n-s. Oooooo….. síiiiiiiiiiiiii …… está perdonaaaaadooooo, pero no olvidaaaadoooooo …… Fin de la broma. Los veteranos que tuvimos fueron grandes tipos. No tengo queja.
      -El Francés: No era el chico de Andorra que se llamaba Baró, y lo puedes ver en las fotos de Alba (las de la trucha). El francés se llamaba Luis Álvarez.
      -Caballo negro: Pues el premio era un zanagorio. Si me dices que vas a Viella, el día 3 te lo entrego.

  5. Me acuerdo de lo del caballo negro. Yo estaba en la cuadra en esa época y nos toco enterrarlo. Le tenía cariño a ese caballo. Lo cepillaba y hablaba con él. Fué un día triste. El blanco se llamada Helenio. Un brigada de cuyo nombre no me acuerdo (no era el entrañable Liñan), entro un día en la cuadra y me encontró montado en el caballo. El pobre hombre no me podía ver ni en pintura y se suponía que ese era su caballo, así que me arrestó.
    Lo del teniente Martinez, no es que fuera severísimo tío, es que estaba mal de la cabeza, enfermo. Un día se me acercó sigilosamente por la espalda mientras yo estaba solo preparando algo en la cocina de la residencia de oficiales y me puso la pistola en la nuca. La verdad es que no me pareció nada gracioso, sobre todo cuando me volví y le vi mirándome con esos ojos saltones. Pa matarlo. Tenía referencias nazis en las paredes de su habitación. Para darle un taconazo en el culo, vaya. Espero que se haya recuperado.

    1. Me parece que al caballo negro lo rajó un sargento llamado Manjón.
      El otro brigada que dices era Valverde. A Liñán no lo conocí.

      Durante unas maniobras, en Pont de Resec muchos vimos como Martinez abofeteaba a un soldado por llegar con cierto relajo a una formación. Al pobre hombre le caían las leches del derecho y del revés, y como es lógico, se tapaba la cara como podía. El otro no hacía más que vociferar y decirle «¡ponte firmes cuando yo te hablo!»… ¡plis, plas!… «¡que te he dicho que te pongas firmes!». Como el soldado era un tipo grandullón y reculaba, Martínez a duras penas le podía alcanzar, así que tenía que dar saltitos para poder atizarle. Si no fuera por el mal rato que pasó el compañero habría sido para descojonarse. Deduzco que debía sentir cierta inclinación perversa por la pistola. Nunca vi que apuntara a nadie con ella, pero sí que he oído algún relato más al respecto, no recuerdo a quien ni cuando. El personaje da para un blog entero él solito. A ver si os animáis.

    2. cierto lo del caballo para mi fue un algo especial un año con el día a día era el caballo del capitán le miraba y le hablaba y el ultimo día le di las gracias por su compañía el año fue 1979 se llamaba ZARPA me he acordado muchas veces de el un TACONAZO SALUDOS COMPAÑEROS

  6. Hola Gonzalo:
    Hoy he vuelto a leerte y he de decirte que me he pegado unas risotadas que mi gente ha venido a ver que me pasaba, me identifico con todo, pero lo de nuestro compañero Voz de Trueno es lo más.
    Me imagino a mi mismo en la nave y me veo riendome con todos.
    Esa es mi Compañía.
    A ver si alguien cuenta si se acuerda 83-84 el salto en Baqueira de un grupo de esquí unos sobre otros entre ellos el Sgto Benitez y no nos pasó nada. Somos de Viella.
    Gracias por tus «batallas».¿ Para cuando alguna más ?

  7. Hola, Antonio. Me suena mucho tu nombre, pero no te pongo cara. ¿Sales en alguna foto?

    Igualmente, lamento no acordarme del cabo 1º Fernández. De todas maneras, desde que empecé este viaje al pasado se me han refrescado las neuronas y me he acordado de cosas increíbles. Es una maravilla lo que hace la cabeza con los recuerdos: nunca los borra del todo. Sólo hace falta encontrar las llaves que abren las cajas donde se esconden.

    Estoy deseando ver las fotos que has dicho que tienes.
    Ya has visto como es esto. Ponte cómodo porque estás en casa.

  8. Desde luego Gonzalo eres genial, me sorprende la memoria que tienes, ahora entiendo porque se te ha puesto el pelo tan blamco, es de gastar tanto la perola.
    Por cierto tengo muchos recuerdos de Fraguas, pues compartia camareta con el, ya iremos comentando.
    Dime si recuerdas y sabes algo de Roberto fernandez el cabo 1º tan grandullon, coparti muy buenos ratos con el.

  9. Con la gamberrada que mas me he reido.

    Una de esas noches locas, no se nos ocurrio otra cosa que tirarles los colchones por la ventana de truchas.
    Con la ventana abierta, Les subiamos a una silla y les tapabamos los ojos el conejo de turno,creia que estaba subido en el bordillo de la ventana.
    y al tirarlo de la silla se pegaba una ostia del carajo. El creia que lo tirabamos por la ventana,y sin embargo caia de la silla al suelo.
    Las risas monumentales.

  10. Bueno Pino creo que el Capitan Artigas no se invento nada, salgo en su defensa, la ensignia del camello llamaba la atencion a todo mundo.En la ocasion que cuenta Collar creo que si cogemos al personaje entre Parra,Marin carreño y Corcobado lo hubiesen bañado en truchas hiciera el tiempo que hiciera, aquellos dias fueron realmente agobiantes. Creo que tal como estaba el panorama si era un «camelo» nos hubieramos dado cuenta.Barrera ya no tocaba ni siquiera por deep puple en la taquilla. Tocaba a entierro. Lo sé porque yo estaba en su camareta Arapiles. Un saludo

  11. ¡Iranzo! ¿Te imaginas a Nietzsche en Viella, de uniforme, haciendo imaginaria en una cuadra llena de camellos? Con la mala leche que debía tener, seguro que echaría espuma verde por la boca.

  12. Lo del «enigma del camello» me suena…, no sé a qué me suena…, ¿a Nietzsche tal vez? Ja,ja,ja… Y lo del agujero en el árbol es bárbaro, como tus relatos. No decaigas, Gonzalo, eres genial.

  13. Gonzalo,desconocia tu habilidad para escribir,lo haces a la perfeccion,a Benitez es que casi lo estoy viendo y el resto ni te cuento.Por cierto si algun dia quieres hacer una escapadita al Perdido,Aneto,Mulleres…….solo tienes que decirlo y acudo a hacerte de guia y si es preciso de porteador

  14. gonzalo, gonzalo, la metafora de tu mal humor, que deriva en el hallazgo en el hueco de un arbol «medio seco»,me agrada, pero el hecho de que a la estrofa que dice;beber para olvidar,dar cerrojazo,es potestad de la llaga generosa y pasar asi a otro asunto de un porrazo, le atribuyas el anonimato, me parece injusto y exagerado. un fuerte abrazo,y te recuerdo, que la llaga es la llaga jajajaja

  15. Joder, Pino, lo de la gaseosa es retórica, para que rime. De todo el montón de mentiras que hay en el comentario, te has ido a fijar justo en lo que no se tiene que creer nadie.

  16. Gonzalo, eres un un gran embusterón. Todo te lo perdono menos mezclar el pacharán con gaseosa. Ea, majete, un abrazo.

  17. Hola a todos.

    Resulta que esta mañana he salido de casa de muy mal humor y le he pegado una patada a una piedra, que ha salido volando y se ha colado dentro un agujero de un árbol medio seco. ¡Qué casualidad! No os lo váis a creer, pero cuando he ido a sacar la piedra del hueco, resulta que dentro también había un papel viejo y arrugado, con una poesía escrita. Mirad lo que decía:

    Por más que el alcohol trinco y trasiego,
    por más que me entrego a la bebida,
    menor es mi consuelo en esta vida
    debido al crudo enigma del camello.

    Me eriza todo el pelo del cabello
    aquel triste puteo gratuíto
    me turba y además me despepito
    cada vez que la mente pongo en ello.

    Beber para olvidar, dar cerrojazo,
    es potestad de la llaga generosa
    y pasar así a otro asunto de un porrazo.

    Como pronto trataremos de otra cosa,
    perdonemos todo el caso de un plumazo.
    Venga pues, un pacharán con gaseosa.

    Estos abyectos versos van sin firmar (y no me extraña).

    Por la parte de atrás había una nota que contaba que al autor lo habían fusilado en 1982, pero no explica quien era ni por qué. Misterio, misterio, misteriorum.

    De verdad, aunque no os lo creáis, todo ha pasado así como os lo he contado, que no me he inventado nada. Y si no os lo creéis, allá vosotros.

  18. ¡Vaya! Acabo de llegar de un viaje que me ha cogido a contrapelo, con un dolor de espalda del demonio, y me encuentro con esto. La verdad es que estoy algo abrumado, corcho. Sólo he contado las cosas como las siento. Un abrazo a todos.

    Pino: No quiero ahondar en el enigma del camello. No busco explicaciones. Lo que tiene que hacer Artigas es pagarse los pacharanes esos que dices y después ya veremos si damos el asunto por zanjado.

    1. Pino: Me parece que Artigas se está escaqueando. Hay que intentar sacarle los pacharanes del camello como sea.

  19. José Antonio, tus deseos son órdenes. El autor se llama VLADIMIR ARSENIEV y la edición que yo tengo es de una colección de libros llamada Biblioteca del Viajero que salió en el diario ABC y se llama EDICIONES FOLIO, S.A., y es de 2004.

  20. la verdad, gonzalo,es que aunque ya habia leido ayer lo que nos compartes, es tan magistral, que estaba deseando darle otra leida con mas calma,y me permito usar los mismos terminos que carlos e iranzo:GENIAL Y SOBERBIO,ademas de tremendamente divertido; me gustaria, si me lo permites, ahondar,en el fenomeno vivencial, que para todos los que estamos aqui ha supuesto, el llamado, de nuestro»guru»(carlos), al que todos hemos respondido, como autenticos «ungidos», presurosos a recordar y a revivir,lo que nunca dejamos de revivir constantemente en nuestro interior, pero ahora la mayor ilusion ha sido:JODER, QUIZAS AQUI, LOCALIZE A FULANO O A MENGANO,porque como tu muy bien mencionas, para los que estuvimos ahi, en nuestros recuerdos, lo mas importante, que nos llevamos de viella, son las personas, independientemente del esfuerzo,paisajes, etc.., simplemente era imposible sobrevivir, sin el apoyo incondicional del que tuivieras al lado, fuese quien fuese, por eso, es cierto que a raiz de la convocatoria de carlos,estamos todos prestos a recobrar el espiritu de «HERMANDAD», que supongo tanto necesitamos y vemos poco en nuestro diario acontecer, pero una cosa si te digo, mientras siga habiendo gente como tu, y tantos otros compañeros, seguire encantado de pertenecer a esta secta, tan variopinta,noble y creativa, liderada por un excelente «guru». pd:IRANZO: me gustaria que nos compartas autor y editorial de DERSU UZALA,para poder leerla, estoy seguro que vale la pena.

  21. Gonzalo, soberbio. No sé si has escrito y publicado algo, pero te digo que tienes madera de escritor. No he acabado de leerlo todo, porque son ya las dos y pico de la noche, pero mencionas la película «Dersu Uzala»,que vi una vez hace mucho tiempo y sé que es una obra maestra, sin duda alguna. Y es curioso, porque hace sólo unos meses leí la novela, que también me parece extraordinaria, y mientras lo hacía, en algunos pasajes, me parecía estar viendo por una ventanita a la CIA. EE., las mismas marchas, los mismos paisajes, el agotamiento, el frío, las penurias, todo llevado al límite, y me hizo acordarme de Viella. Ésa ha sido una buena observación por tu parte.
    Un saludo, y no dejes de escribir.

  22. Joer Gonzalo. Aunque yo ya había leído algo mientras lo terminabas, he de reconocer que me has sorprendido gratamente.
    Sin duda esta «parrafada» tiene que estar en el libro por derecho propio y si es posible al principio, para que el que lo lea se enganche al libro y no pueda dejarlo hasta el final 😉 🙂

  23. que gozada, gonzalo, no tiene deperdicio, tus reflexiones y anecdotas, como tampoco lo tiene tu espiritu, legionario, ahora soy yo el que coincide, contigo,»TACONAZOS MIL», UN ABRAZO Y GRACIAS

  24. Querido Collar, son tantas cosas las que dices que me gustaría comentar, que prefiero dosificarme, para no dar la brasa ni robarte un segundo la atención que tus recuerdos merecen. Sólo he de decir, que tendremos que ajustar las cuentas con Artigas muy bien ajustadas:
    «En una vitrina de la escalera de la nave del dormitorio había expuesta una insignia muy bonita. Pertenecía a una antigua unidad del Sahara, creo, y tenía en el centro un camello muy chulo. A algún gilipollas se le ocurrió llevársela sólo para él y privarnos a todos de una cosa tan maja. Artigas nos reunió: -Que aparezca la insignia, dijo, no por lo que valga, sino porque se la regaló a la compañía hace muchos años un señor para el que significaba mucho, y porque además le ha costado tenerla incluso más esfuerzos que a vosotros…” No hubo más exhortaciones y acabó la reunión. Por supuesto que nuestro régimen de vida se endureció de repente mucho más. Pero lo peor de todo no fue eso, sino que se creó muy mal ambiente entre nosotros. ¿Qué más nos daba hacer una marcha más o menos dura, o que nos quitaran algún privilegio? Aquello olía mal. El cabreo era general y no nos aguantábamos unos a otros. El camello apareció bien pronto y volvió a su vitrina. Nadie dijo una sola palabra y todo volvió a ser como antes.»
    Bien, eso mismo, eso mismísimo pasó un año más tarde. La insignia de Tropas Nómadas apareció tras horas de firmes en el patio e infinidad de vueltas a paaaso liii -erooo.
    Para mi, que aquí huele a gato encerrado. Con un poco de suerte, nuestro hoy general, tendrá ocasión de explicarse dentro de no mucho tiempo. Y como no nos convenza, le va a tocar pagarse los pacharanes.

  25. joer Gonzalo, te has hecho esperar, pero…. bendita la hora en que has decidido ponerte manos a la obra….

    Suscribo todas y cada una de las palabras de Carlos…

    Un saludo.

  26. Genial, genial y genial…

    Gonzalo eres increíble…, me has hecho reír, me has hecho recordar, me has hecho emocionarme (no digo llorar porque un legionario de Viella no llora).

    Me ha gustado un montón tu estilo, claro, nada farragoso, muy ameno y con una capacidad descriptiva impresionante.

    Lo dicho… genial.

    Muchas gracias por el buen rato que me has hecho pasar.

    Un fuerte abrazo, compañero.

  27. Breiko, Breiko, cambio y corto, ja ja ja jajotajota jaja.
    Por cierto Gonzalo. Cuando yo me licencié y llegué a Madrid en el tren, al bajarme en la estación de Chamartin, pensé: «Que coño pinto yo aqui, si lo que a mi me gusta es la montaña» y bajé desde la estación hasta legazpi (que es donde yo vivía) andando, (para quien no conozca Madrid, son unos siete u ocho kilometros cuesta abajo) pensando tranquilamete en lo que iba a hacer yo desde ese momento con mi vida, ¿Y sabes una cosa? lo único que saqué en claro fué, que me tenía que haber quedado en Viella.
    Un saludo amigo.
    PD: Esto te lo cuento, por que he leído tú epílogo, claro está.

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