Don Alfonso II y la Amparanza aranesa.

Crisis sucesoria en el reino de Aragón. La cesión del reino de Aragón al conde de Barcelona, don Ramón Berenguer IV. El conde de Comminges ocupa y toma Arán. El rey don Alfonso II el Casto: su minoridad política. El transfondo de las guerras aquitanas. Louis VII de Francia y Henry II de Inglaterra. Importancia estratégica del valle de Arán. La amparanza de los araneses. Alianzas aragonesas con otros condados francos. El Hospital de Viella. Últimos años del reinado de Alfonso II.

LA CREACIÓN DE LA CORONA DE ARAGÓN.-

 La muerte de Alfonso I el Batallador y su, según algunos historiadores, disparatado testamento (1) por el que dejaba todos sus señoríos y demás dependencias bajo la autoridad única y exclusiva de las Órdenes Militares, creó una crisis institucional sin precedentes en el joven reino aragonés y, tanto la nobleza como el episcopado, tuvieron que ponerse manos a la obra para mantener las estructuras del reino. Se nombró rey al hermano del Batallador, don Ramiro II (1134-1157), apodado el Monje porque era obispo de Barbastro. Mientras tanto, en Pamplona, la nobleza había elegido rey a don García Ramírez (1134-1150), restaurando así el viejo reino de Pamplona. El reino de León y Castilla, en manos de Alfonso VII (1111-1157), reivindicó y ocupó Zaragoza y algunas otras poblaciones del valle medio del Ebro. Y la Santa Sede apoyaba sin paliativos el testamento. Para salvar al reino de la depredación política en la que se estaba empezando a ver inmerso, Ramiro II tuvo que pactar y eligió a una potencia, el condado de Barcelona, con la que tan sólo mantenía un pequeño conflicto por las tierras musulmanas de la taifa de Lérida, para unirse dinásticamente a él y consolidar una fuerte posición política y militar en el noroeste de la península.

(2). Según lo que se estipuló, Ramiro seguiría siendo rey de Aragón, el cual pasaría, por herencia, a su hija cuando él faltase, y Ramón Berenguer seguiría siendo conde de Barcelona, pero obtendría también el título de princeps de Aragón y sería el encargado de realizar las labores propias del gobierno en el Estado recién ampliado. El sucesor de ambos gobernaría un reino unitario formado por las tierras del reino de Aragón y las del condado barcelonés, y sería rey de Aragón y conde de Barcelona al mismo tiempo. Los objetivos políticos de conquistar Lérida y expandirse hacia las fértiles tierras de Valencia se unificaron y se pusieron en práctica de manera ordenada. Ramón Berenguer hizo las paces con Alfonso VII el Emperador de León y Castilla y trató de no enemistarse con las Órdenes Militares, sobre todo con la del Temple, a la que le otorgó el diezmo de todo el reino y el quinto de las conquistas futuras. Entre 1148, Ramón Berenguer IV conquistó la taifa de Tortosa y un año después, con la ayuda del conde Armengol VI de Urgell, la de Lérida. Estas conquistas tuvieron una importancia enorme porque eran territorios de gran valor agrícola y marítimo y, además, unían físicamente el reino de Aragón y el condado de Barcelona.

Doña Petronila de aragón y el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona.

El 11 de agosto de 1137, Ramiro II entregó su hija, la infanta doña Petronila, de dos años de edad, al conde de Barcelona, don Ramón Berenguer IV (1131-1162), junto con todo su reino

 

Claustro de la Catedral de Notre-Dame de Saint-Bertrad-de-Comminges.

Cuando murió Ramiro II, en 1157, el Valle de Arán fue reclamado por el conde Bernard I de Comminges que, ya con anterioridad, se había intitulado nobilisimo comite dominante in terra Convenarum, in Saves, in Couserans et in Aranno, con motivo de la donación de la iglesia de Saint Marcet a la Orden del Temple. El condado de Comminges estaba situado en la vertiente norte de los Pirineos franceses haciendo frontera con los condados de Astarac y Toulouse al norte, el de Couserans al este, el de Bigorre al oeste y, al sur, con el Valle de Arán y el condado de Pallars. Actualmente, Comminges es una zona geográfica que no tiene entidad propia y abarca los departamentos de Ariège, Gers y la parte sur de Haute Garonne, siendo sus dos principales ciudades Saint Bertrand de Comminges (antigua Lugdunum Convenarum, fundada por Pompeyo) y Saint Gaudens. El condado de Comminges en sus orígenes fue parte del ducado de Wasconia o de Gascuña y sus condes pronto reconocieron la soberanía de los reyes francos, aunque fueron prácticamente independientes del poder central hasta comienzos del siglo XIII en que juraron fidelidad al rey Louis VIII de Francia. Y siempre estuvieron del lado de los condes de Toulouse. Los araneses, por su parte, parece que se opusieron a la soberanía que sobre el valle querían ejercer los condes de Comminges y se acogieron, de manera voluntaria, a la protección del conde Artaldo III de Pallars-Subirá. Sin embargo, aprovechando la coyuntura por la que atravesó el reino de Aragón al producirse la cesión del trono al conde de Barcelona, Bernard I ocupó las tierras de Arán, siempre con el apoyo del conde de Toulouse, y el valle pasó a formar parte del condado franco.

Durante los años del gobierno de Ramón Berenguer IV, la política ultrapirenaica de la Corona de Aragón estuvo centrada en el condado de Provenza, que pertenecía al de Barcelona desde el año 1125 en que se realizó la repartición del mismo entre las casas de Toulouse y Barcelona. Toulouse mantenía sus pretensiones sobre el mismo, alentando incluso alguna que otra revuelta, como la producida en Niza en el año 1166, y Barcelona trataba de no perder su influencia sobre aquél, que estaba gobernado por la estirpe de un hermano de Ramón Berenguer IV. Éste último logró finalmente que los señores de Béziers, Carcassonne, Narbonne y Montpellier le rindieran homenaje y, unos años después, el condado de Provenza pasó a manos de su hijo don Alfonso II el Casto.

ALFONSO II EL CASTO DE ARAGÓN (1164-1196).-

El rey don Alfonso, que también tuvo por nombre Ramón Berenguer, como su padre, tomó posesión de la jefatura de los condados de Barcelona, Gerona, Osona, Besalú y Cerdaña en 1162. Aunque su madre, doña Petronila, era la reina de Aragón, pronto se formó un gobierno de regencia para impedir que la teórica falta de poder favoreciera el interés de algún otro reino por convertirse en un Estado tutor, como fue el caso de la proposición realizada por parte del reino de León a través de su monarca don Fernando II (1157-1188). Las minoridades tanto de don Alfonso II de Aragón como de don Alfonso VIII de Castilla (1158-1214) fueron aprovechadas por Sancho VI el Sabio (1150-1194), el primer rey pamplonés que empezó a utilizar el título de rex Navarrae en lugar del tradicional Pampilonensium rex, que estableció varios acuerdos con las regencias de Castilla y Aragón, gracias a los cuales pudo recuperar para su reino algunos territorios. Pero en cuanto el rey castellano alcanzó la mayoría de edad en 1170, y con el apoyo de los barones aragoneses, atacó Navarra. De la nueva alianza entre Castilla y Aragón surgió el compromiso matrimonial entre don Alfonso de Aragón y doña Sancha de Castilla y Polonia, hermana del rey castellano, que se casaron en enero de 1174. En octubre de ese mismo año, la reina doña Petronila murió y don Alfonso se convirtió en rey de Aragón.

Pero durante sus años de minoría, la política ultrapirenaica aragonesa se vio influida por los acontecimientos políticos que tuvieron como protagonistas al condado de Provenza, por un lado otro, y al condado de Toulouse y al reino franco, por el otro. Con respecto al de Provenza, Barcelona mantenía una hegemonía efectiva sobre él, puesto que su jefatura la detentaban los descendientes del hermano de Ramón Berenguer IV. Cuatro años después de la muerte de éste, acaecida en 1166, hubo una sublevación nobiliaria en la ciudad de Niza y, en su asedio, murió el nuevo conde de Provenza, Ramón Berenguer II, sobrino de Ramón Berenguer IV. La jefatura del condado cayó entonces en las manos del infante don Pedro (hermano del rey don Alfonso II el Casto) que pasó a gobernar el condado con el nombre de Ramón Berenguer III, aunque siempre bajo la supervisión de su hermano, el rey aragonés. Sin embargo, las sublevaciones no cejaban, como la ocurrida en Arlés, que estuvo promovida directamente por el conde Raymond V de Toulouse que, a la sazón, era aliado natural del rey Louis VII de Francia.

El rey capeto Louis VII se casó en 1137 con Eleanore de Aquitania, la cual fue un gran partido ya que era la hija del duque Guillaume X de Aquitania y aportó al reino franco un vasto territorio situado al suroeste de Francia. Este territorio, formado por Aquitania, Gascuña y Guyena, comprendía casi las tres cuartas partes de toda la extensión del reino. Diez años más tarde, durante la Segunda Cruzada (1147-1149), las relaciones matrimoniales se estropearon seriamente y en 1152, a instancias del papa Eugenio III (1145-1153), Louis VII consiguió la anulación de la boda. Pero Eleanore conservó todos sus dominios y, para colmo de males del rey capeto, unos meses después contrajo matrimonio con Henry, conde de Anjou y duque de Normandía. Este Henry de Anjou y Normandía, por el derecho que le confería su matrimonio con Eleanore, se convirtió también en duque de Aquitania, y dos años más tarde en rey de Inglaterra (3). Entre los hijos que ambos tuvieron se puede citar a Henry Young-King (el Joven-Rey), Richard Couer-de-lion (o Ricardo Corazón de León), y John de Inglaterra.

 

Henry II de Inglaterra (1154-1189).

Henry II mantuvo una importante controversia con el clero inglés porque no veía con buenos ojos las prerrogativas políticas que tenía la Iglesia, ya que ésta se regía por sus propias leyes y no acataba las de ninguna otra institución. En 1164, Henry II promulgó las dieciséis Constituciones de Clarendon en las que se restringían los privilegios eclesiásticos y se ponía freno al poder de la Iglesia y del Papa en el interior de Inglaterra. El Arzobispo de Canterbury, Thomas Becket, amigo personal del rey y su familia, se opuso a dichos decretos y acudió a Francia para acogerse a la protección de Louis VII. La amenaza por parte de la Santa Sede de excomulgar al reino de Inglaterra, hizo que Henry II aceptara una reconciliación con Becket, de manera que éste regresó a Inglaterra en diciembre de 1170. Pero unos días más tarde, el 29 de diciembre, el cuerpo sin vida de Thomas Becket apareció brutalmente descuartizado cerca de las escaleras de la cripta de la Catedral de Canterbury, con los sesos esparcidos por el suelo formando la frase: Let us go, this fellow will not be getting up again (“Vámonos, que este tío ya no se levanta más”). A partir de esta terrible tragedia, el rey, que ante los ojos de muchos de sus súbditos, así como de los de su propia familia, fue el responsable de la misma, decidió apartar de su lado a su esposa e hijos y los envió al Palacio de Poitiers, que era la residencia de los duques de Aquitania y de los condes de Poitou. Y aunque Henry II distribuyó títulos honoríficos entre sus hijos otorgando el ducado de Aquitania a Richard, el reino de Inglaterra, junto con Normandía y el condado de Anjou, a Henry el Joven-Rey, el ducado de Bretaña a Geoffrey o el señorío de Irlanda a John, la familia Plantagenet entró en discordia.

En marzo de 1173, aduciendo su falta de poder e instigado por los enemigos de su padre, el joven Henry se sublevó contra el rey en lo que se conoce como la “Revuelta de 1173-1174”. En ella, el rey de Francia y un gran número de magnates de Normandía, Anjou, Poitou y Bretaña se unieron a él, así como sus hermanos y su madre Eleanore, la cual fue capturada por el propio Henry II y recluida durante dieciséis años en diferentes lugares de Inglaterra hasta la muerte de su esposo. Los partidarios de Henry el Joven-Rey invadieron Normandía desde todos los frentes, y hasta la propia Inglaterra fue atacada desde Escocia por William I el León, pero en todos los casos fueron derrotados por el monarca inglés, que hizo prevalecer su mejor organización militar. El conflicto terminó en septiembre de 1174 con Henry II acudiendo a Normandía para coger a sus hijos y llevarlos de vuelta a Inglaterra.

LA AMPARANZA ARANESA.-

Ante un episodio de semejantes magnitudes, el reino de Aragón, que era aliado del rey Henry II según el testamento “verbal” que en su día hiciera Ramón Berenguer IV, puso en marcha una seria política de alianzas con los diferentes condados y señoríos del Pirineo central en su vertiente atlántica. El objetivo principal de esta política: crear una zona de influencia anglo-aragonesa tendente a envolver a Toulouse y evitar que ésta y el reino franco tuvieran opciones de controlar parte del suroeste aquitano y gascón, que pertenecían al reino de Inglaterra. Y Arán era la pieza fundamental de dicha estrategia. Este territorio, por su envidiable situación  estratégica en los Pirineos centrales, podía servir a las tropas aragonesas como punto de apoyo básico para enlazar la cuenca media del Ebro con Aquitania a través de las vías romanas que seguían el curso del río Garona. Dominar Arán era dominar la cordillera pirenaica central, restaurando la unidad de la antigua Civitas Convenarum (4) que, en su día, fundara Pompeyo.

(5), un grupo de prohombres del Valle de Arán, posiblemente requeridos por el rey don Alfonso, después de atravesar el puerto de Viella se allegaron al ribagorzano monasterio de San Andrés de Barrabés (situado en la actual localidad leridana de Vilaller), donde los esperaba el rey. Y allí, el rey los recibió en amparanza (6). La amparanza o patrocinium era un sistema de relaciones feudales según el cual un noble o patronus acogía en protección o in patrocinio a los habitantes libres de una población o de un territorio, obligándose a protegerlos y a sostenerlos, y éstos se convertían en vasallos suyos dedicando parte de su trabajo o producción en beneficio de aquél.

Lago en el macizo de Besiberri, en la Alta Ribagorza.

Durante los años en que Ramón Berenguer IV de Barcelona estuvo al frente del gobierno de la Corona de Aragón, y hasta que Alfonso II el Casto obtuvo la mayoría de edad, Arán estuvo en posesión del conde de Comminges. Por eso, el primer paso que tuvo que dar el rey aragonés fue ganarse la fidelidad de los propios araneses. Para ello, en una fecha que no se puede precisar, pero antes del año 1175

Por medio de esta amparanza, el rey protegería a los araneses de las vejaciones y atropellos que pudieran ocasionarles otros condados vecinos, como el de Comminges, que era aliado del conde de Toulouse y, por lo tanto, enemigo del reino de Aragón. A cambio, los araneses pagarían cada año al rey un tributo de trigo por cada casa o fuego (7). Este tributo aranés se conoce con el nombre de Galín Real, siendo el galín un recipiente de madera que se empleaba como medida de capacidad de los cereales. Por su parte, el rey, además de la protección debida, cedería la décima parte de las rentas obtenidas a la iglesia de Santa María de Medio Arán, en Viella. La formalización de este pacto de patrocinium, en realidad, conllevó la incorporación total y definitiva del Valle de Arán al reino de Aragón porque, si bien como territorio ya formaba parte del mismo, ahora los araneses habían decidido pertenecer por derecho propio a la Corona. El rey, a quien debían obediencia, era el señor del reino y, al adquirir el dominio sobre del Valle, lo utilizó para sus fines ulteriores (8). Con esta decisión, los araneses se desmarcaban de la influencia de los condados de Comminges y de Toulouse.

 

El Circo de Gavarnie, al sur de Bigorre, con su gran cascada al fondo.

Como forma de asegurar la dependencia del condado de Bigorre al reino de Aragón el rey don Alfonso donó el valle de Arán y la villa de Bordera a Centullo comiti de Bigorra et uxori vestrae… Matellae consanguineae meae…, según un documento fechado en octubre de 1175. La única condición que les ponía a ambos era que siguieran siendo sus vasallos, tanto ellos dos como sus descendientes. Matelle de Baux era la hija más pequeña de un antiguo aliado del rey Alfonso en el condado de Provenza, y había contraído matrimonio, en segundas nupcias, con Centule III, conde de Bigorre y vizconde de Marsan. La hija de ambos, Stephanie de Marsan, sucedería a su padre como condesa de Bigorre y vizcondesa de Marsan en 1178, con el nombre de Beatrix y, más tarde, en 1180, contraería matrimonio con el conde de Comminges, Bernardo IV. Pero el Valle de Arán, que había sido entregado por el rey a los condes de Bigorre, volvería al propio monarca unos años después, porque del matrimonio entre Beatrix de Bigorre y Bernardo IV de Comminges nacería Petronille de Comminges, que quedó bajo la tutela del rey don Alfonso. Y éste concertó en 1192 el matrimonio de Petronille con el conde Gaston VI de Béarn, a cuyos dominios pasó el condado y las tierras de Bigorre, eso sí, a excepción del Valle de Arán, el cual ad ipsum comitatum nichilominun pertinere (“a cuyo condado nunca perteneció”), según el propio monarca aragonés.

Otro claro ejemplo de la importancia estratégica que tenía el Valle de Arán en lo relativo a la política ultrapirenaica de Alfonso II el Casto fue el Hospital de San Nicolás de Pontells, más conocido hoy en día como el Hospital de Viella. Éste, emplazado en la orilla izquierda del río Noguera-Ribagorzana, se fundó hacia el año 1175, justo al pie del puerto de Viella, que daba el único acceso al Valle de Arán desde el sur, y a la entrada del valle del Barrabés y del condado de Ribagorza. Se trataba de un amplio edificio junto al que había construidas una serie casas formando como una calle, y servía de fonda y refugio para las personas y los soldados que tuvieran que atravesar el puerto, especialmente en invierno. En el edificio había también una pequeña capilla. No existe documentación que acredite a ciencia cierta en qué año fue fundado el Hospital, pero todos los indicios apuntan a que se realizó dentro del reinado de Alfonso II el Casto, ya fuera en los años de su  minoridad o después de 1175. De hecho, para la época de su hijo y sucesor, don Pedro II de Aragón, se hacen ya menciones al mismo con respecto a sus derechos reales. Jaime I de Aragón ratificó también sus privilegios poniendo al Hospital bajo su protección. El hecho de que al refugio, como lo entendemos hoy, se le llamase hospital era algo normal en una época en la que el latín culto aún tenía gran peso. La voz hospital tiene su origen en el latín hospes (huésped y hospedador) y hospitalis (hospitalario). De estas palabras latinas proceden también las voces actuales hospedería y hostal, que es lo que en realidad era la edificación de San Nicolás y otras análogas en otros sitios (hospital de Tella, hospital de Benasque, hospital de Parzán, hospice de France, etc…): establecimientos destinados a hospedar a peregrinos, ganaderos, y viajantes o caminantes en general. En las Cortes de Benabarre celebradas en el año 1570, el Hospital de Viella pasó a pertenecer a la villa de Viella.

ÚLTIMOS AÑOS DEL REY DON ALFONSO II DE ARAGÓN.-

En los últimos años del reinado de Alfonso el Casto, el condado de Pallars-Jussá pasó a formar parte del reino de Aragón. El rey aragonés se enfrentó también a Ricardo Corazón de León, quien al regreso de la Tercera Cruzada (1189-1192) se alió con el conde de Toulouse, Raymond V. No obstante, el rey don Alfonso y el conde de Toulouse llegaron a un entendimiento en el año 1195 y se restableció la paz entre el condado de Toulouse y el reino de Aragón.

En su relación con los otros reinos cristianos de la Península, Alfonso II el Casto se distanció bastante del rey Alfonso VIII de Castilla debido a la ruptura, por parte de éste último, de un pacto firmado entre ambos para la repartición de Navarra; además, el rey castellano tenía también serias pretensiones sobre algunos territorios situados en la misma frontera del reino de Aragón. Sin embargo, en 1195 tuvo lugar la batalla de Alarcos (9), que terminó en un estrepitoso desastre para los cristianos, y este hecho hizo que Alfonso II el Casto reconsiderara su postura con respecto al rey de Castilla, ante el peligro que podía suponer el avance de los ejércitos almohades. Juntos, prepararon una expedición conjunta para pararles los pies a los norteafricanos, pero esta operación no llegó a realizarse en vida de Alfonso II el Casto, que falleció un año después, en 1196. La gran batalla que acabó con el predominio musulmán en el sur de Península, se produjo en año 1212, en la población de Las Navas de Tolosa, pedanía próxima al municipio de La Carolina, provincia de Jaén.

NOTAS.-

(1) “Y así también, para después de mi muerte, dejo como heredero y sucesor mío al Sepulcro del Señor, que está en Jerusalén, y a aquellos que lo vigilan y custodian y allí mismo sirven a Dios, al Hospital de los Pobres, que está en Jerusalén, y al Templo del Señor con los caballeros que allí vigilan para defender el nombre de la Cristiandad. A estos tres concedo todo mi reino, o sea, el dominicatus que poseo sobre toda la tierra de mi reino, así como el principatus y el derecho que tengo sobre todos los hombres de mi tierra, tanto los religiosos como los laicos […]”. Esto lo firmó Alfonso el Batallador en el mes de octubre la era 1169 (año 1131 de la era de Cristo, si descontamos los 38 años que tiene de más la era Hispánica).

(2) El día III de las idus de agosto (11 de agosto) del año 1137 de la Encarnación del Señor, Ramiro II firmó lo siguiente: “En nombre de Dios, yo Ramiro, por la gracia de Dios rey de Aragón, te doy a ti Ramón, conde de Barcelona y marqués, mi hija por mujer junto con todo el reino de Aragón, íntegramente, tal como mi padre, Sancho, rey, y mis hermanos, Pedro y Alfonso, lo tuvieron y retuvieron […] Y te encomiendo a ti todos los hombres del mencionado reino con homenaje y juramento a fin de que te sean fieles […] Y yo, el antes mencionado rey Ramiro, seré rey, señor y padre en el mencionado reino y en todos tus condados hasta que a mi me plazca”.

(3) Henry II de Inglaterra (1154-1189) era hijo de Matilda de Inglaterra (heredera al trono inglés) y Geoffroy de Anjou, el Hermoso Plantagenet. En 1154 se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Henry II y acabó poseyendo un vasto territorio. De su madre, heredó las islas Británicas (Inglaterra, Irlanda y Escocia) y, de su padre, las tierras francesas de Anjou, Maine, y Normandía; después, al contraer matrimonio con Eleanor de Aquitania, adquirió también Aquitania, Gascuña y Guyena. A finales del siglo XIX, una historiadora británica llamada Kate Norgate escribió un tratado de dos volúmenes titulado England under the Angevine Kings en el que denominaba “Imperio Angevino” al conjunto de los territorios que llegaron a gobernar los miembros de la dinastía de los Plantagenet, tomando el término del tradicional núcleo familiar de Anjou.

(4) Actualmente, Sant Bertrand de Comminges.

(5) Juan Reglá Campistol, “Francia, la Corona de Aragón y la frontera pirenaica”, Madrid, 1951.

(6) En algunas fuentes se habla del “Tratado de Emparanza o Amparanza”, dándole al hecho del acogimiento in patrocinium la categoría de la firma de un Tratado entre dos entidades soberanas, cosa que, en realidad, no ocurrió.

(7) De ahí proviene el  término fogaje o fogueración -en catalán, fogatge-, que, en la Edad Media, era un censo que se realizaba por los fuegos u hogares que había en cada determinada unidad territorial. Formaban parte de un »fuego» todas aquellas personas que habitaban una casa y dependían, por tanto, de un pater familias. Este sistema censal se empleó mucho en la Europa feudal, y en la Corona de Aragón se instituyó como censo oficial a partir del reinado de Pedro II; en Castilla se usaba el fumazgo, que era, en realidad, lo mismo.

(8) Juan Reglá Campistol, “Francia, la Corona de Aragón y la frontera pirenaica”, Madrid, 1951.

(9) Alarcos era una ciudad fortificada –actualmente es un Parque Arqueológico-  situada en la actual provincia de Ciudad Real, que fue destruida totalmente en la Batalla del 18 de julio de 1195 que se produjo entre las tropas cristianas de Alfonso VIII de Castilla y las del califa almohade Yusuf II. Su castillo, que en aquellas fechas estaba en período de remodelación, quedó completamente devastado y al interior de las fosas de cimentación de sus murallas, que aún estaban abiertas, los almohades arrojaron los cuerpos sin vida de los soldados cristianos a los que habían vencido, además de armas, pertrechos y otros enseres.

BIBLIOGRAFÍA.-

Historia de España (dirigida por Manuel Tuñón de Lara), Editorial Labor, S.A., Barcelona 1984, Tomo IV, Feudalismo y consolidación de los pueblos hispánicos, Julio Valdeón, José Mª Salrach y Javier Zabalo.

Historia de España (dirigida por Manuel Tuñón de Lara) Ed. Labor, Barcelona, 1984, Tomo XI, Textos y documentos de historia antigua, media y moderna hasta el siglo XVII, textos seleccionados por varios autores.

Atlas histórico de España y Portugal, Julio López-Davalillo Larrea, Ed. Síntesis, S.A., Madrid, 2000

 Historia de la Edad Media, S. Claramunt, E. Portela, M. González y E. Mitre, Ariel Historia, Barcelona, 1995

Historia general de la Edad Media, José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre, Ed. Mayfe, Madrid, 1984

 Foundation for Medieval Genealogy (http://fmg.ac/)

 Historia de Aragón. La formación territorial, Antonio Ubieto Arteta, Zaragoza, Anubar, 1981. (http://www.derechoaragones.es/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?posicion=1&path=1452&forma=&presentacion=miniaturas)

 Historia de Aragón. Creación y desarrollo de la Corona de Aragón, Antonio Ubieto Arteta, Zaragoza, Anubar, 1981. (http://www.derechoaragones.es/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1457)

 Wikipedia.

 Historia medieval del reino de Navarra, Carlos Sánchez-Marco (http://www.lebrelblanco.com/00.htm)

 Francia, la Corona de Aragón y la frontera pirenaica, Juan Reglá Campistol, C.S.I.C., Escuela de Estudios Medievales, Madrid, 1951.

 Aran, hèts istorics, Colleccion Institut d’Estudis Aranesi, Conselh Generau d’Aran.

Francisco Martínez Iranzo

Un comentario en “Don Alfonso II y la Amparanza aranesa.

  1. Bueno, amigachos, aquí os dejo mi segunda entrega de la historia del Valle de Arán en la Edad Media. En breve, tendré la siguiente, pero no os acostumbréis porque me estoy pegando demasiados madrugones y, aunque dicen que «Dios ayuda», yo no me lo acabo de creer del todo.

    Doy las gracias al Archiu Generau d’Aran y, en especial, a su directora, Mari Pau Gómez, por la inestimable ayuda que me ha prestado para hacer este trabajo enviándome la documentación que le solicité.

    Un saludo a todos y todas.

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